Offenbach sabe bailar
English National Opera estrenó la segunda de sus óperas con temática de Orfeo en el London Coliseum el sábado 5 de octubre de 2019, con Emma Rice haciendo su debut operístico dirigiendo Orfeo en los infiernos (Orphée aux enfers) de Jacques Offenbach, con Mary Bevan como Eurídice, Ed Lyon como Orfeo, Lucia Lucas como Opinión Pública, Willard White como Júpiter, Anne-Marie Owens como Juno, Ellie Laugharne como Cupido, Idunnu Munch como Diana, Judith Howarth como Venus, Keel Watson como Marte, Alan Oke como John Styx y Alex Otterburn como Plutón. Escenografía de Lizzie Clachan, vestuario de Lez Brotherston, iluminación de Malcolm Rippeth y coreografía de Etta Murfitt. La dirección corrió a cargo de Sian Edwards.
La opereta satiriza la ópera Orfeo de Gluck y la tendencia general a tratar los temas mitológicos con seriedad, haciendo que los dioses se comporten mal y planteando la pregunta ¿qué pasa si Orfeo y Eurídice no se soportan? ¿Y si Orfeo no quiere recuperar a su esposa y Eurídice encuentra el infierno más bien divertido? Offenbach y sus libretistas satirizan esto con ingenio y alegría, ridiculizando el terrible comportamiento de forma deliciosa.
Opherius
Basada en la antigua leyenda griega, “Orfeo en los infiernos” se estrena el 18 de octubre en el Moores Opera House. La opereta satírica le da la vuelta al mito introduciendo golpes de efecto y humor que harán reír al público. Lo mismo puede decirse de la relación del espectáculo con el género de la música clásica. A diferencia de muchas óperas, “Orfeo en los infiernos” se cantará en inglés con texto proyectado sobre el escenario. La opereta también contará con bailes afinados como el famoso can-can y una… romántica escena infernal entre Eurídice, la esposa de Orfeo, y una mosca que participan en un dúo compuesto por zumbidos.
Michelle Girardot, licenciada por la Moores School of Music (MSM) y que interpreta el papel de Eurídice, describe “Orfeo en los infiernos” como “una ópera atípica”. Mientras que algunas óperas son densas, esta opereta puede disfrutarse sin conocimientos previos de la forma artística o, incluso, de la mitología griega”. Girardot añade que, dado que “Orfeo en los infiernos” es una divertida vuelta de tuerca a una historia bien conocida, el público se lo pasará bien de principio a fin.
Orfeo en los infiernos: can can
A veces todos necesitamos una buena farsa francesa. Su mezcla de identidades equivocadas, caricaturas, disfraces, elementos mágicos, ruptura de cuartos muros y saludables dosis de indecencia nos dan permiso para no tomarnos nada en serio, salvo las risas.
En el prólogo, Opinión Pública establece el tono a la manera de un coro griego, asegurándonos que el público está a salvo del caos subsiguiente. A continuación conocemos a Eurídice, que se comporta mal, seguida de su marido, Orfeo. Rápidamente queda claro que ambos tienen intereses extramatrimoniales y que se divorciarían con gusto si no fuera por manchar su reputación. Como alternativa, Orfeo planea deshacerse del amante de Eurídice, Aristeo, que en realidad es Plutón disfrazado. Cuando Eurídice muere en lugar de Aristeo, se revela su identidad y ella es arrastrada voluntariamente al inframundo.
Mientras algunos dioses duermen, otros que han estado retozando durante la noche intentan colarse de nuevo en la cama antes de ser descubiertos. La entrada de Diana es rápida y dramática, y lamenta la pérdida de su amor, Acteón. Júpiter admite haber interferido en el romance convirtiéndolo en ciervo. Esto provoca una disputa familiar en torno a la desaparición de Eurídice. Mercurio llega a tiempo para rebajar momentáneamente la tensión, si no la temperatura. Sin embargo, trae consigo a Plutón, a quien Júpiter considera responsable de la desaparición de Eurídice. Su enfrentamiento se ve interrumpido por disturbios civiles que conducen a una condena de las indiscreciones pasadas de Júpiter. La crisis se agrava con la llegada intempestiva de la Opinión Pública y Orfeo. Orfeo identifica a Plutón como el que se llevó a su esposa, exonerando a Júpiter. Júpiter declara que Plutón debe devolver Eurídice a Orfeo. Para asegurarse de que esto ocurra, Júpiter irá él mismo al Infierno para recuperarla. Los dioses, fascinados, deciden hacer una excursión familiar.
Orfeo en el subsuelo
A la hora de identificar las influencias de su nueva producción de Orfeo en los infiernos, de Jacques Offenbach, en el Royal College of Music, la directora Louise Bakker cita “todo, desde Brideshead, Blackadder y Busby Berkeley hasta Mills & Boon, Father Ted, Not the Nine O’Clock News, todo el catálogo de Disney, todos los musicales y todo lo demás”. Y eso es todo: La producción de Bakker es un batiburrillo cultural colorido y caótico, pero rápido y divertido, bullicioso y subido de tono, e ingenioso sin demasiadas aristas. Bakker no incluye la pantomima en su lista de referencias culturales, pero si las miserias modernas dificultan el espíritu navideño, esta alocada producción puede ponerle de buen humor.
La parodia de Offenbach del mito órfico de 1858 satiriza las hipocresías y los escándalos de la alta sociedad del París del Segundo Imperio. Orfeo y Eurídice están atrapados en un matrimonio fracasado. Él está casado con su música; ella, desesperada por su forma de tocar el violín, sólo quiere divertirse con su amante, Aristeo (Plutón disfrazado). Mordida por una serpiente y llevada por Plutón al Inframundo, encuentra el hedonismo que anhelaba. La opinión pública obliga al reticente Orfeo a descender al Hades para rescatar a su esposa, que, a pesar de estar custodiada por Juan Estigio, está disfrutando de las seducciones que se le ofrecen. Orfeo llega y encuentra una fiesta desenfrenada en pleno apogeo, se resiste a las golosinas y tentaciones, pero -alarmado por un rayo lanzado por el calculador Júpiter- no puede resistirse a echar un vistazo por detrás mientras conduce a su esposa desde el Infierno, perdiéndola así para siempre.