Cómo reducir la contaminación acústica en clases del colegio

Cómo reducir el nivel de ruido en clase

Todo el mundo habla de que la educación es la clave, pero ¿de qué sirve ir a la escuela si la relación aprendizaje-concentración no está a la altura? Aquí es donde la insonorización de las aulas adquiere una enorme importancia.

En cualquier nivel educativo, el aula puede ser notoriamente ruidosa, con alumnos o estudiantes susurrando historias intercambiadas, y el arrastre de sus pies al caminar por el pasillo justo fuera de las aulas.

Peor aún son los pupitres de metal, los suelos cubiertos de baldosas y las paredes de hormigón, que contribuyen a propagar el sonido haciendo que la enseñanza para los educadores sea tediosa y la concentración casi imposible para los alumnos.

Se puede culpar de este problema a las delgadas paredes y a las inadecuadas puertas y ventanas de las aulas, que permiten que la contaminación acústica del exterior se filtre en la zona académica, pero, sin embargo, eso no cambia el hecho de que todo ello supone un problema para crear un entorno óptimo y adecuado para el aprendizaje.

Nos resultaría arduo entender el mecanismo de la insonorización si no comprendiéramos el concepto de sonido y su propagación. El sonido es una forma de energía y es básicamente el resultado de vibraciones. Siempre necesita un medio continuo a través del cual pueda desplazarse.

¿Cómo reducir la contaminación acústica en las aulas?

El ruido en las aulas puede reducirse construyendo un aislamiento acústico suficiente y eligiendo aparatos de aire acondicionado lo más silenciosos posible. Pueden instalarse almohadillas de fieltro bajo los muebles de las aulas, lo que hace más silencioso moverlos. El eco puede reducirse con paneles y textiles. Las plantas también reducen el eco.

¿Cuál es la mejor manera de insonorizar un aula?

Las moquetas, alfombras y muebles blandos pueden ayudar a amortiguar el sonido absorbiendo las reverberaciones. Si esto se combina con un tratamiento acústico especialmente diseñado y colocado, como espuma acústica o paneles de pared, se minimizarán las reverberaciones.

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Formas de reducir la contaminación acústica

Las perturbaciones en el aula pueden adoptar formas muy diversas. Por ejemplo, los alumnos que tienen dificultades para oír hablar a los profesores pueden distraerse fácilmente con el ruido, lo que pronto puede manifestarse en su comportamiento y rendimiento académico. Por eso hay que controlar la acústica de la escuela, para que los niños se sientan más cómodos y se concentren mejor en clase.

Los niños no necesitan hacer mucho ruido individualmente para provocar altos niveles acústicos en algunos diseños de salas. Además, las ondas sonoras se reflejan en las superficies duras y planas, lo que significa que el eco de las ondas sonoras puede resultar abrumador rápidamente y el ruido tenderá a aumentar en espiral.

Quizá quieras considerar la posibilidad de añadir absorción acústica al techo para evitar que el ruido del aula de arriba afecte a los niños. Se puede disponer de una superficie considerable en el techo para instalar un tratamiento acústico que reduzca el ruido en un aula. Utilizando paneles de techo se puede añadir fácilmente un techo acústico permaneciendo oculto.

El aula puede captar fácilmente el ruido de los alumnos que cambian de clase o pasean por el pasillo. Por eso, insonorizar las puertas es una forma estupenda de mantener los sonidos fuera de las aulas para reducir las distracciones de los niños que oyen a sus amigos fuera del aula.

Cómo reducir la contaminación acústica en la escuela

Los 3 factores para maximizar las condiciones de aprendizaje de los alumnos son unos educadores cualificados, unos buenos planes de estudio y un entorno de aprendizaje propicio. En relación con el entorno de aprendizaje, se ha demostrado que el ruido de fondo externo afecta negativamente a la concentración y la participación. Los estudiantes se esfuerzan por filtrar este tipo de ruido, que perturba su capacidad de concentración y tiene un efecto negativo en sus resultados de aprendizaje. En Australia, las escuelas pueden abordar este problema replanteándose el diseño de las aulas y estudiando formas de reducir el molesto ruido escolar.

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Las principales escuelas modernas se diseñan teniendo en cuenta el rendimiento acústico, lo que resulta evidente por la tendencia a aislar los espacios ruidosos (gimnasio, cafetería, auditorio, etc.) de las aulas. Al mantenerlos alejados del entorno principal de aprendizaje, se minimiza el ruido de fondo externo. Además, los arquitectos insonorizan estos espacios ruidosos para limitar su impacto.

Los responsables de los centros escolares disponen de opciones viables para mejorar la acústica, incluso si las instalaciones con las que trabajan son antiguas y no cuentan con las ventajas de un diseño que minimice el ruido. Estas opciones pueden ir desde simples paneles acústicos hasta la inclusión de paredes aislantes reforzadas en las reformas. Las innovaciones en el diseño y el mobiliario de las aulas ofrecen a los centros soluciones eficaces para mejorar la calidad del sonido y el rendimiento de los alumnos.

Ejemplos de contaminación acústica en la escuela

Con los alumnos de vuelta a clase, es un buen momento para considerar la acústica de su entorno de aprendizaje. Las aulas están llenas de ruidos que distraen, ya procedan del exterior (aviones, tráfico de la calle, patios de recreo, jardinería o construcción) o del interior (sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, sillas que rozan el suelo, actividad en los pasillos o aulas vecinas). Los efectos de esta contaminación acústica repercuten en el aprendizaje y en la salud física y mental.

El ruido excesivo reduce la capacidad de oír claramente las lecciones y tiene un efecto negativo en la capacidad de aprendizaje del niño. Estudios examinados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han descubierto que los niños expuestos a ruidos perturbadores continuos pueden experimentar una menor capacidad de lectura, memoria y rendimiento académico.

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El Blog on Learning and Development informa de que el nivel medio de ruido en un aula es de 72 decibelios -casi el nivel de una aspiradora-, lo que significa que los alumnos del fondo de la clase no pueden oír todo lo que dicen los profesores. Según la OMS, el nivel seguro de ruido en un aula no puede superar los 35 decibelios. Todo lo que supere ese nivel perjudica la capacidad de aprendizaje.

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